jueves, 28 de noviembre de 2013

Papel Misionero

Papel Misionero (Misiones). 




Cuestionada por ambientalistas por falta de tratamiento de efluentes. Tecnología: TCF. 


NOTICIA:
"Paraguay denuncia a la Argentina por papeleras contaminantes"

La Secretaría del Ambiente de Paraguay presentó una denuncia formal ante la Fiscalía de Estado de ese país. Pide que determinen el grado de contaminación que producen las papeleras en el río Paraná, compartido por ambas naciones. Aseguran que el establecimiento industrial tomado como testigo operaría con una tecnología obsoleta y contaminadora. Las empresas cuestionadas son Alto Paraná (Puerto Esperanza, provincia de Misiones); Papel Misionero (Capioví, Misiones); Celulosa Campana S.A. y Celulosa Puerto Piray. 

En Argentina hay varias gigantescas papeleras, que utilizan para su provecho grandes extensiones de bosque y extraordinarios volúmenes de aguas. Algunas de ellas están en manos de empresas multinacionales; aquí una lista de las 11 principales: 1) Alto Paraná (Misiones). 2) Celulosa Puerto Piray (Misiones). 3) Papel Misionero (Misiones). 4)Celulosa Campana S.A. (Buenos Aires). 5)Papel Prensa (Provincia de Buenos Aires). 6) Massuh (Provincia de Buenos Aires). 7) Productos Pulpa Moldeada (Río Negro). 8) Papelera del Tucumán (Tucumán). 9) Papelera del NOA (Jujuy). 10) Ledesma (Jujuy). 11) Celulosa Argentina (Santa Fe). 

El Ministro de la Secretaría del Ambiente paraguayo, Alfredo Molinas, finalmente solicitó a la Fiscalía General de Estado de ese país que investigue "si existe no contaminación" por parte de los establecimientos industriales de Misiones, que elaboran pasta celulósica, "poniendo en riesgo al ambiente y a las personas que habitan en la comuna de Carlos Antonio López, departamento de Itapúa, Paraguay, a partir del vertido, sin tratamiento previo, de efluentes industriales que -entienden-, contaminarían con sustancias tóxicas al río Paraná", según consta en la denuncia que presentó este viernes 17 en Asunción. La denuncia parte de la verificación que el propio Molina realizó en el lado argentino del río Paraná, en proximidades de las fábricas, donde existen actividades de contaminación, según dice el escrito que elevó ante la Fiscalía de Estado de su país, donde también invocó el delito tipificado en el artículo 203 del Código Penal de Paraguay, que trata los hechos punibles contra la seguridad de las personas frente a riesgos colectivos. Una fuente de la Secretaría del Ambiente estatal aseguró que de detectarse contaminación, habrá que identificar a los responsables del delito, aunque la denuncia expresa que es "contra personas innominadas". 

Por otra parte, once grandes empresas argentinas usan tecnología contaminante, según denunciaron ambientalistas locales. Estas papeleras son las que, silenciosamente hasta ahora, vienen produciendo y en muchos casos, según denuncias, contaminando en la Argentina. Las más conflictivas son Alto Paraná y Celulosa Puerto Piray, en Misiones; Celulosa Argentina, en Capitán Bermúdez; Ledesma, en Jujuy; y Papelera del Tucumán. 

Este último caso es el único donde cabe anotar una victoria en la lucha por preservar el medio ambiente, ya que la Cámara Federal de Tucumán dispuso el procesamiento de los directivos de esa empresa. En la otra historia que enseñan estas papeleras, el problema de la contaminación no se reduce a la tecnología empleada (el debate central en torno de las plantas de Uruguay) sino que, aun antes de que haya empezado a funcionar la primera máquina, empieza en el desastre ambiental que pueden causar las plantaciones de pinos foráneos -como se denuncia en Misiones- o en las enfermedades causadas por el bagazo usado como materia prima -como se denuncia en Jujuy-. Las denuncias sobre Misiones ejemplifican la "piedra libre" que las empresas estarían en condiciones de lograr, no sólo por la inacción de las autoridades reguladoras sino por la extorsión de hecho a la que pueden ser sometidas las poblaciones cuando sus fuentes tradicionales de subsistencia -por caso el cultivo de yerba mate- les han sido sustraídas. 

"No a las papeleras"
El uruguayo Ricardo Carrere forma parte de la ONG Guayubira, que viene sosteniendo una consecuente oposición a la instalación de las plantas de celulosa de Botnia y Ence en Fray Bentos -que incluyó la presentación de una carta abierta al gobierno uruguayo firmada por decenas de investigadores universitarios-. Este ambientalista efectuó una investigación en la provincia de Misiones, donde observó que "en Papel Misionero hay una contaminación tremenda del río; apenas han puesto una redecita para que no se note la espuma". Pero la planta que más interesaba a Carrere era Alto Paraná, que utiliza una tecnología de blanqueo (parcialmente libre de cloro) similar a la que emplearán las fábricas de Fray Bentos. Empezó por advertir el "lamentable estado del río, donde los peces han desaparecido, las aves brillan por su ausencia y el aire huele a huevo podrido". Además, el ambientalista se detuvo en un problema que no depende de la tecnología de blanqueo: el reemplazo de la biodiversidad propia de la selva misionera por uniformes plantaciones de pinos: "El sector forestal insiste en llamar 'bosques' a los monocultivos de árboles: intentan convencer de que están llevando una 'reforestación' pero estas plantaciones no tienen nada en común con un bosque y menos aún con la enormemente diversa selva misionera", comentó Carrere. Un ejemplo serían los efectos causados por "el polen de los pinos: tratándose de grandes masas de árboles de una o dos especies, todos florecen en la misma época y desprenden enormes cantidades de polen, generando problemas respiratorios y alérgicos". Otro efecto ecológico impensado es "la invasión de mosquitos": porque "el alto consumo de agua por las plantaciones de pinos hace desaparecer a las ranas, que controlaban la población de mosquitos", explicó Carrere. 

Esto se articula con las manifestaciones de vecinos del triángulo formado por las localidades de Puerto Esperanza, Puerto Libertad y Wanda, donde viven unas 40.000 personas, en las proximidades de la planta Alto Paraná. 

Todos ellos pidieron reserva de sus nombres. Es que, según uno de ellos, "al principio yo denunciaba mucho pero tuve que dejar de hacerlo cuando empecé a recibir amenazas y la familia me puso un freno". Este vecino advirtió que "Alto Paraná desmonta hasta la orilla de los cursos de agua y así las aguas se contaminan con agrotóxicos y algunos arroyos, sin la protección del bosque, se secan". Otro vecino afirmó que "cuando se corrió la bola de que compraban tierras, hubo una estampida de colonos queriendo venderles la chacra: por la yerba, que fue hace unos años el oro verde, ahora no pagan más que 18 centavos el kilo; y lo mismo pasa con el té, con los citrus". Un tercer vecino contó, al diario argentino Página 12, que "en los cítricos se forman pintitas negras, las mandarinas se secan. Tengo tres árboles de mandarina y ninguno está dando fruta; los vecinos más viejos dicen que, antes de la fábrica, no era así". Este vecino vive al sur de la planta, adonde "cuando hay viento norte, el olor se siente muchísimo más fuerte. Es nauseabundo". Y "en los lugares del Paraná donde arrojan el desecho, el río cambia de color, toma un color amarillento, hay peces muertos, qué sé yo qué echan ahí". 

Y, en cuanto a las personas, "aumentaron mucho las enfermedades respiratorias y también las de la piel, y hay mucha gente con distintos tipos de cáncer", según afirman los vecinos. "Hay mucha gente con asma, todos los problemas respiratorios se agudizan", aseguran. Pero "ni los médicos ni nadie quiere hablar -sostuvieron-; los efectos ambientales no se pueden demostrar porque el Ministerio de Ecología jamás hizo un estudio, y, si lo hizo, nunca conocimos los resultados". 

Según denuncian los vecinos misioneros, "estas empresas tienen piedra libre: en Celulosa Puerto Piray, hace seis años, el Ministerio de Ecología llegó a labrar un acta por falta de tratamiento de efluentes, pero la empresa amenazó con cerrar la planta y, como todo el pueblo depende directa o indirectamente de ella, la gente misma pidió levantar la medida".


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